Por todos es sabido que, por muchos motivos, la noche de San Juan es la noche más mágica del año. A la hora de buscar los orígenes de esta celebración hay que remontarse a las fiestas que civilizaciones muy antiguas realizaban con la llegada del solsticio de verano.
Uno de los elementos clave en estas celebraciones, y que todavía hoy en día se mantiene, es las hogueras, que parecen estar relacionadas con ritos en honor al solo. El fuego, representado en estas hogueras, acontecía el elemento que daba bastante al solo, que aquel día empieza un nuevo periodo que marcaba pausadamente su bajada. Una práctica que servía para homenajear el sol en su plenitud como fuente de la luz y de la vida.
El fuego continúa siendo el elemento central de la celebración de la noche de San Juan, el 23 de junio. Es la gran fiesta del fuego. La encendida de hogueras, y también de fallas, está fuertemente arraigado. En calles y plazas se encienden hogueras donde se queman todo de trastos antiguos. Y al suyo cercando, rituales de todo tipo vinculados a esta fuerza purificadora del fuego.