Pericó o hierba de Santo joan

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El poder de las hierbas curanderas por San Juan

Por San Juan, las plantes curanderas se encuentran en su punto de máximo esplendor

La noche mágica de San Juan es momento de rituales y tradiciones que invitan a reiniciarse. Es una de aquellas fechas, como Fin de año, en que el sentido de cambio o de renovación del tiempo es más explícito. Así, son muchos los sortilegios, ordalías y formuletes que han llegado a nuestros días.

Unos de los elementos de primer orden de la noche de San Juan son los vegetales. Hierbas, plantas, flores y árboles adquieren propiedades y potencialidades extraordinarias. Algunas recaen en el campo medicinal y curandero, y algunas otras plenamente en el terreno de la magia.

De hecho, los vendedores de hierbas curanderas utilizaban como reclamo y garantía de efectividad el hecho que habían sido cosechadas la noche de San Juan. Un hecho que tiene una explicación, y es que parece que esta efectividad tiene un fundamento astronómico, relacionado con las horas de insolación, que durante aquellos días se encuentra en el punto máximo.

Unas propiedades que se atribuyen a múltiples plantas, pero hay siete variedades que tienen especial renombre la noche de San Juan. Estas son la berbena, la salvia, la artemisa, el espliego, el romero, la ruda y el pericó, conocido también como 'hierba de San Juan'. Esta última es la más popular, y también efectiva, puesto que por San Juan es cuando tiene la flor en el momento de máxima concentración de principios activos. Con esta se elabora el popular el aceite de golpe.

Así, es costumbre, la noche y madrugada de San Juan, recolectar hierbas curanderas para hacer licores o remedios caseros, o bien para secarlas y utilizarlas durante el invierno. Con todo, hay que seguir una serie de recomendaciones a la hora de recolectarlas, puesto que las hierbas silvestres no son un recurso inagotable.

Algunos consejos:

  • No recolectar todas las plantas que haya en un determinado lugar.
  • Recolectar una pequeña porción de cada planta.
  • Dejar una parte de la planta viva.
  • Nunca arrancarlas de pura cepa.
  • Limitar al máximo el número de plantas a cosechar en una determinada población así como los gramos de material vegetal a cosechar de cada planta.
  • Respetar el periodo de regreso, es decir, el tiempo que hay que esperar antes de llevar a cabo una nueva recolección en un mismo lugar.