El Fossar de les Moreres: el valor de la historia

Este lugar de la capital de Cataluña está cargado de simbolismo

Hablar del Once de Septiembre, o lo que es lo mismo, de la Diada Nacional de Cataluña, va indisolublemente ligado a hablar del Fossar de les Moreres, en Barcelona. Un espacio con una enorme carga simbólica, y donde el peso de la historia toman el protagonismo. Te explicamos por qué.

Como se explica en la página web del Ayuntamiento de Barcelona, el Fossar de les Moreres era el antiguo cementerio de la iglesia, y tuvo relevancia histórica durante el asedio de Barcelona (1713-1714), cuando se convirtió en fosa común de los hombres y mujeres que morían en defensa de la ciudad. Un monumento lo recuerda a los visitantes.

Un dels actes d'homenatge celebrat al Fossar de les Moreres

Uno de los actos de homenaje celebrado en el Fossar de les Moreres

Un poco de historia

El asedio de Barcelona de 1714 duró más de un año, y terminó con la caída de la ciudad ante las tropas de Felipe V. Cataluña había apoyado al archiduque Carlos de Austria en la sucesión al trono de España, mientras que Castilla era favorable a Felipe de Anjou. Fue entonces, en el marco de la guerra de Sucesión española, cuando el 11 de septiembre de 1714 Barcelona se rendía a las tropas borbónicas después de 13 meses de resistencia.

Felipe V entraba triunfante en la ciudad, en la que inició una dura represión contra la población y las instituciones catalanas. Con el tiempo, el 11 de septiembre acabó convirtiéndose en la Diada Nacional de Cataluña, y el Fossar de les Moreres, el escenario donde cada año tienen lugar diferentes actos de carácter político, cultural y social.

Placa commemorativa als màrtirs de 1714

Placa conmemorativa a los mártires de 1714

Espacio de homenaje

En 1989 el espacio se remodeló, y adquirió el aspecto que tiene actualmente. Fue la arquitecta Carme Fiol quien puso al descubierto el lugar donde fueron enterradas las víctimas de aquel asedio, derribando las casas que había y cubriéndolo con un ladrillo tan rojo como la sangre derramada. El foso, que originariamente era el cementerio de Santa Maria del Mar, salía a la luz pública.

Posteriormente, en 2001, se erigió el pebetero, obra de Alfons Viaplana, con la llama en memoria de quienes cayeron durante el asedio.

Al fondo de la plaza, a la sombra de las moreras que la bautizan, una placa reproduce los versos de Frederic Soler "Pitarra", leídos año tras año durante los actos de homenaje de la Diada:

"En el foso de las Moreras

no se entierra a ningún traidor;

incluso perdiendo nuestras banderas

será la urna del honor".

Unos versos que también se pueden leer en una placa al margen que separa la plaza de la calle de Santa Maria, y que hacen referencia a un episodio del asedio según el cual el sepulturero y su nieto se negaron a enterrar en el foso el cadáver de un soldado enemigo, a pesar de que era de su misma familia (se trataba del hijo del sepulturero y padre del nieto).

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