Sant Jordi

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Sant Jordi es el patrón de Cataluña, y su historia se explica desde la leyenda, pero también desde la historia. La fiesta de Sant Jordi se celebra en todo el país el 23 de abril, día en que se murió el caballero Jordi.

 

Jordi, que restaba bajo las órdenes del emperador Dioclecià, se negó a seguir la orden de perseguir los cristianos, por lo cual fue martirizado y decapitado. Muy pronto lo empezaron a venerar como mártir y enseguida aparecieron historias fantásticas ligadas a su figura.

 

Joan Amades, a su Costumari Català, explica que "Sant Jordi disfrutó de mucha veneración y popularidad universal durante los tiempos medievales, precisamente cuando Cataluña se encontraba en su apogeo". Parece que la ayuda del santo fue providencial para que el rey Pere Y derrotara el poderoso ejército del rey árabe de Zaragoza, Almoçaben en 1094. El rey Pere Y denominó Sant Jordi patrón de la caballería y nobleza catalana para agradecer que sólo al invocarlo, los infieles fueran abatidos.

El culto a santo Jordi se extendió plenamente en todos los Països Catalans , durante la edad mediana, si bien en el siglo VIII ya había devoción. La Generalitat de Cataluña consagró en Sant Jordi como patrón de la máxima institución catalana en 1456, en tiempo de Alfons el Magnánimo.

 

La iglesia romana proclamó oficialmente Sant Jordi como patrón de Cataluña en 1667 y declaró festividad religiosa la fiesta del 23 de abril. Pero la pérdida de libertades y de instituciones y lengua propias que supuso el Decreto de Nueva Planta de 1714 perjudicó también las celebraciones populares dedicadas al santo. A finales del siglo XVIII y principios del XIX, la tradición popular fue devolviendo la fiesta al primer plan.

 

A pesar de que la fiesta se celebraba con más intensidad o menos desde el siglo XVI, fue a partir de medios del siglo XIX, con la Renaixença, que Sant Jordi fue consolidando su patronazgo sobre la nación catalana. La fiesta conjuga valores y símbolos, enaltece la cultura y la natura, suma la fuerza de la lucha con la espiritualidad.

 

La leyenda medieval encuentra una lectura patriótica: la princesa es la nación catalana, el dragón personifica los enemigos seculares de esta tierra y Sant Jordi es el caballero que viene a rescatarla de las zarpas del invasor.

 
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