El día 1 de agosto del 1917 murió en su casa natal de Castellterçol Enric Prat de la Riba y Sarrà. Nacido en este municipio el 29 de noviembre del 1870, Prado de la Riba fue abogado y periodista. Fue el primer presidente de la Mancomunidad de Cataluña (1914 – 1917) y uno de los principales artífices del resurgimiento del sentimiento nacional catalán del siglo XIX.
Participó en la redacción y aprobación de las Bases de Manresa. Como escritor, su obra capital fue La nacionalidad catalana.
Inició sus estudios secundarios en Barcelona, donde se licenció en Derecho en 1893. El 1894 se doctoró en Madrid con la tesis La ley jurídica de la industria (Barcelona, 1898). El año siguiente se encargó, con dos otros compañeros de estudios, de la redacción de la Revista Jurídica de Cataluña. También, desde el 1895 participó en las tareas de la Academia de Jurisprudencia y Legislación de Barcelona.
El 1887 ingresó en el Centro Escolar Catalanista, siendo presidente entre el 1890 y el 1891. Este año fue elegido secretario de la junta de la Unión Catalanista e intervino en la preparación y los debates de la asamblea de Manresa que aprobó las Bases de Manresa.
Miembro de la Liga de Cataluña hasta el 1899, impulsó la creación del Centro Nacional Catalán, y el 1901 va ser uno de los fundadores de la Liga Regionalista. Dirigió el diario La Voz de Cataluña, publicando un gran número de artículos. Expuso en las disertaciones, en los escritos periodísticos, y principalmente en su libro La nacionalidad catalana (1906), un concepto organicista de la nación.
El 1905 va ser elegido miembro de la diputación de Barcelona por el distrito segundo y fue reelegido por el de Vic-Granollers el 1909 y el 1913. Elegido presidente de la diputación el 1907, reelegido el 1909, 1911, 1913 y 1917, defensor de la mancomunidad provincial, va ser elegido presidente de la Mancomunidad de Cataluña el 1914 y reelegido el 1917.
Fue miembro de la Academia de Jurisprudencia y Legislación, de Barcelona, y autor de numerosos artículos publicados a la Revista Jurídica de Cataluña.
El día 3, una comitiva fúnebre trasladó el cuerpo hasta Barcelona recibiendo muestras de pésame por cada pueblo donde pasaba. En Barcelona se organizó un gran cortejo para acompañar el féretro, que fue enterrado, finalmente, al cementerio de Montjuic el día 4.