Los contrastes del arte románico

Es un arte rico y complejo que refleja la sensibilidad aristocrática de los monjes

 

Muchos pensamos en el románico como un arte austero y sencillo, discretamente integrado con la natura. Y esto es muy cierto, especialmente en las pequeñas iglesias que se construyeron durante los siglos XI y XII en los pueblecitos de montaña. Pero el románico también es un arte rico y complejo que refleja la sensibilidad aristocrática de los monjes que vivían a los monasterios en aquella época. Te gustaría comprobarlo? Haz una ruta por las joyas románicas de las comarcas de Barcelona y podrás apreciar estos contrastes.

 

Románico en el Berguedà

Puedes empezar en el Berguedà, donde el legado románico se encuentra esparcido por todas partes. Lo encontramos en la iglesia de Sant Jaume de Frontanyà, con un cimbori de doce lados que es único en Cataluña. Al monasterio de Sant Llorenç cerca Bagà, donde los dibujos en bajorrelieve que decoran un arco dovellat son, como mínimo, curiosos. Y al puente del Faro de Cercs, la única infraestructura de este estilo que se conserva en la comarca. Situado sobre el río Llobregat a un engorjat entre peñascos, se construyó para facilitar el paso del camino real que unía Berga con Bagà, la Pobla de Lillet y la Cerdaña.

 

Románico en Osona

El patrimonio románico de Osona tiene tres tesoros a destacar. El primero es el campanario de la catedral de Vic, un mirador de 46 metros de altura que permite disfrutar de unas vistas impresionantes de la capital de la comarca. A pocas pasas, el Museo Episcopal de Vic custodia una colección de arte románico muy envidiada, que incluye el frontal del altar de la iglesia de Santo Andreu de Sagàs, la Virgen María de Santa Maria de Lluçà y una lipsanoteca procedente de la iglesia románica de Santa Eugènia de Berga, además de toda una serie de pinturas murales, tan brillantes y coloreadas que cuesta de imaginarlas decorando las paredes de unos templos que hoy se nos muestran con las paredes prácticamente desnudas. El tercer tesoro de Osona se levanta sobre un meandro del río Ter, al lado del pantano de Sau. Nos referimos, evidentemente, al monasterio benedictí de Sant Pere de Casserres, una singular construcción que sigue los cánones del románico, pero con manga ancha: su planta mide menos de longitud que de anchura y el campanario sólo tiene dos pisos de altura.

 

Sant Pere de Casseres
Sant Pere de Casseres | A.Miró/Diputación de Barcelona

 

Románico en el Bages

En el Bages, no carecen de monumentos románicos de primerísimo nivel. Hay el Mundo Santo Benet, un icono medieval de historia agitada que guarda en su interior un claustro con 64 capiteles ricamente esculpidos con temáticas muy variadas. También la abadía de Montserrat , especialmente su portalada y la popular Moreneta, una marededéu de madera policromada que es la patrona de Cataluña. Y no nos olvidamos de la colegiata del castillo de Cardona : con más de diecinueve metros de altura, queda muy claro que no fue construida para fomentar la introspección entre los fieles. Demostrar la magnificència de Dios era el que se buscaba!

 

Románico en el Vallès Occidental

Otras tierras con improntas románicas muy marcadas son las del Vallès Occidental. En Terrassa, por ejemplo, la iglesia de Santa Maria conserva unas extraordinarias pinturas murales dedicadas al martirio del arzobispo de Canterbury. Y en Sant Cugat, el claustro del monasterio atrapará tu mirada: sus 144 capiteles muestran un mundo tan rico en simbología que mejor que te apuntes a una visita guiada!

 

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