Si hacéis una visita a los jardines públicos de Mercè Rodoreda encontraréis esta bonita casa de muñecas decorada con quebradizo.
A principios del siglo XX las familias adineradas acostumbraban a construir pequeñas casas para que los pequeños jugaran. Esta es una de las que se conservó y, a pesar de que no se puede entrar, se puede ver por fuera. Está distribuida talmente como si fuera una casa unifamiliar, con cocina y lavabo.